4/04/2010

Pederastia en la Iglesia Católica



Estamos ante una campaña, creo que organizada, contra el descrédito de la Iglesia. Se quiere achacar conductas particulares de algunos miembros a la globalidad de la institución, cosa que es profundamente injusta. Hace tiempo que quería abordar este tema aquí, pero no me decidía. Escribo ahora las conclusiones a las que he llegado, después de leer bastante y meditar, por supuesto bajo mi condición de creyente.

1. Pederastia ha habido siempre en todas partes. Incluso en algunos ambientes artísticos se fomenta y alaba. Identificar ahora esta práctica con la Iglesia es profundamente injusto.

2. La Iglesia es mucho más que algunos sacerdotes: desde Cristo, María, Pedro, los Apóstoles, los mártires y santos de todos los tiempos, las fieles anónimos de la actualidad que hacen un bien inmenso al mundo y los estratos más desfavorecidos, los mártires de hoy de los países donde se persigue la Iglesia, pasando por la almas del purgatorio. No se puede identificar la Iglesia con una mínima parte del clero.

3. En la Iglesia nunca han faltado los pecadores. Todos pecamos. El primero Pedro, que negó a Cristo tres veces cuando estaba siendo ajusticiado.

4. Benedicto XVI desde el principio ha tomado cartas en el asunto, con absoluta fortaleza y transparencia. No hay más que leer la carta a los obispos irlandeses. Sin embargo los medios no se hacen eco, e incluso intentan con falacias y pruebas no documentadas implicar al Papa. La línea de actuación marcada es comunicar los casos, colaborar con la justicia civil, pedir perdón a las víctimas y darles apoyo, apartar de su misión a los culpables, dejando una puerta abierta al arrepentimiento, reflexionar sobre las causas de estos comportamientos para que no se vuelvan a producir.

5. En España además somos especialmente farisaicos, porque aquí la ley permite las relaciones homosexuales o no de un adulto con un menor a partir de las trece años. Y nadie protesta.

Bien, lo dejo aquí porque estoy ya harta del tema. Tenemos un Papa que no merecemos. Rezo por él cada día.