12/01/2008

Gennet Corcuera, primera sordociega universitaria en España

Impresionante entrevista a Gennet. El único contacto que tiene con el mundo exterior es el tacto, gusto y olfato. Y es feliz. Copio una entrevista publicada hoy en La Vanguardia.

"Ser sordociega no importa, lo que importa es que soy feliz"

Tengo 27 años. Nací en Etiopía y vivo en Madrid desde los siete años. Soy sordomuda y ciega. Estudio segundo curso de magisterio. He tenido novio, pero ahora mismo no. ¿Política? Buena gestión. Creo en Dios y soy católica. Me gusta hacer ganchillo, chatear, pasear y dormir.

VÍCTOR-M. AMELA

¿Y por qué quiere usted entrevistarme?

¡Es la primera sordociega universitaria en España!

Ah, sí. ¿Qué quiere saber?

¿Oye usted algo?

Nada.

¿Ve algo?

Algo de luz y borrosas manchas de colores.

¿Y cómo consigue estudiar?

Con textos en braille.

¿Cómo le examinan los profesores?

Con las preguntas traducidas al braille, y mis respuestas en braille, que les traducen a los profesores.

¿Por qué estudia magisterio?

Porque quiero ser profesora de educación especial para ayudar a niños sordociegos.

¿Ser sordociega no será una barrera insalvable para ser docente?

Yo sigo estudiando con la ilusión de enseñar un día a esos niños, y lo conseguiré de algún modo.

¿Desde cuándo es usted sordociega?

Nací sordomuda. Y me quedé ciega siendo muy niña, cuando vagaba por las calles de Wolo, en Etiopía…

¿Vivía en las calles?

No sé si mis padres me abandonaron o si la guerra los mató... No lo sé. Sé que me quedé sola por la calle. Era sordomuda, no podía comunicarme. Aprendí a imitar gestos para pedir comida y bebida. Una infección, luego, me dejó ciega. Me caía, me golpeaba, me hacía siempre daño... Y lloraba.

¿Qué recuerda más de aquellos días?

Que de pronto no sabía dónde estaba. Me perdía, y sentía mucho miedo. ¡Y gritaba, gritaba...! Entonces aparecía alguien, me ayudaba y me calmaba. Hasta que me recogieron unas monjas católicas en su orfanato.

¿Quién la trajo a España?

Un día llegó allí una española, Carmen Corcuera. Su hija y su yerno trabajaban como diplomáticos en la capital de Etiopía. Como voluntaria, Carmen ayudó a las monjas. Le apenó ver que los otros niños me pegaban por ser sordociega... Decidió adoptarme y traerme a España. Llegué con siete años.

¿Qué sintió usted cuando lo supo?

Yo sólo me enteré de que me vestían con ropa nueva y me llevaban.

¿Qué le gustó más de España?

La comida, los juegos, los juguetes y las manualidades para coser la ropa y hacer vestiditos de punto para los muñecos...

¿Alguna vez ha pensado que Dios ha sido injusto con usted?

¿Por ser sorda, muda y ciega?

Por eso.

Ser o no ser sordomuda o ciega no es muy importante: no tiene nada que ver con ser feliz o no.

¿Es feliz?

Sí, me siento muy feliz. ¡Y esto sí es lo importante!

Mi discapacidad no me hace sufrir. Puedo estudiar, ¡puedo comunicarme!, puedo esforzarme, encuentro soluciones, tengo posibilidades...

¿Cuál es el lado malo?

Me marginan por mi discapacidad. Y viajo en metro y es peligroso... Y los que mandan nunca piensan en los sordociegos.

¿Qué sintió al saber que era la primera sordociega universitaria en España?

Primero, felicidad. Ahora estoy un poco agobiada porque me dan mucho trabajo las seis asignaturas en las que me he matriculado.

¿Tardará lo mismo en terminar la carrera que los demás matriculados?

Necesitaré más tiempo. Cada curso lo hago en dos años.

¿Qué le diría a un joven que, teniendo vista y oído, prefiere no estudiar?

¿Yo? ¡Nada! Las decisiones de cada uno deben respetarse. Si esa persona fuese muy amiga, le daría mi opinión en confianza...

Con vista y oído, ¡sería catedrática!

Deje, deje, que eso supone más trabajo.

¿Qué lecturas prefiere?

Libros de historia, de recetas (me gusta cocinar) y de biología. Y me gusta mucho escribir mis sueños a modo de cuentos.

¿De qué se siente más satisfecha?

De ser independiente con las nuevas tecnologías: ordenador, Braille Lite, teléfono móvil, EasyLink...

¿Tiene amigos y amigas? ¿Cómo se comunica con ellos?

Con lenguaje dactilológico, con tablilla de comunicación, ordenador y mensajes de móvil, con un centro de intermediación.

¿Le gustaría casarse, tener familia?

El futuro lo dirá.

¿Cuál es su mayor sueño de futuro?

Vivir sola en una casa..., o con mi pareja. Y con un trabajo de profesora particular para las personas sordociegas como yo.

¿Qué sería hoy de usted si no hubiese salido de Etiopía?

Viviría en el orfanato, sin saber hablar, escribir ni leer. Allí no existen los medios para enseñar todo eso.

¿A qué personas admira más?

A mi madre, Carmen, una persona muy valiente. Me adoptó siendo sordociega ¡sin poder comunicarse conmigo! Y aquí buscó a especialistas, aprendió a comunicarse conmigo... ¡La quiero muchísimo!

Si mañana usted oyese y viese, ¿qué es lo primero que haría?

No lo sé, me cuesta mucho imaginar eso... Me gustaría ver la tele, ver fotos, leer en tinta, ver dibujos, pasear viendo el paisaje... Y me encantaría escuchar voces de personas, y radios...